Por Gerardo Miranda
El creciente aumento de la adopción y/o adquisición de perros en la Ciudad de México requiere tomar en cuenta a las leyes de protección animal sobre el cuidado responsable y respetuoso *. Aunado a esto, se observa una mayor demanda de servicios para la atención a problemas de salud, higiene, alimentación y esparcimiento, pero también en cuestiones relacionadas con la conducta por parte de especialistas del comportamiento canino.
En nuestro país aún existe un área de oportunidad con relación a la profesionalización para este tipo de necesidades. Muchas personas que observan situaciones difíciles en la convivencia con sus perros, buscan la ayuda de entrenadores o en algunos casos directamente con etólogos y de estos últimos son pocos los cuentan con la especialidad dirigida principalmente a veterinarios.
Durante la pandemia por COVID-19, las tecnologías de la comunicación permitieron una masiva oferta para la capacitación y los temas relacionados con el comportamiento canino tuvieron un buen recibiento **; los cursos y formaciones, por expertos que defienden metodologías más respetuosas con la especie canina encontraron al público que estaban buscando. De esta manera, para muchas personas que nos interesaba prepararnos mejor en cuanto a los fundamentos y aplicación de estrategias de intervención, tuvimos la oportunidad de acceder a una gran diversidad de saberes y habilidades de la más alta calidad en contenidos que ayudaran a mejorar la vida de las personas y sus perros.
Anne Lill Kvam impartiendo su curso
IDTE Latinoamérica 2022-24 por Canidogs Center
Conviene destacar que una línea europea de la educación canina, más allá de buscar modificar conductas o entrenarlas, se centra en el bienestar del día a día promoviendo hábitos, cuidados y rutinas que se basan en las necesidades de la especie que tiene una vida ordinaria con una familia que vive en la cuidad y que no necesariamente requiere un adiestramiento para guardia y protección, deportes, actividades de caza, búsqueda y rescate, etc ***. De esta manera el perro se adaptará mejor al espacio y dinámica de sus tutores, debido a que sus necesidades son cubiertas sin requerimientos especiales; es decir, al perro ordinario que no le “toca” defender un hogar, cuidar rebaños, apoyar en actividades de caza o rastreo sino simplemente ser un miembro más del hogar.
Es así que va quedando más clara la diferencia entre el trabajo de entrenamiento canino propiamente dicho que implica el preparar a un perro para una tarea o actividad deportiva específica y la educación canina que busca informar a los tutores de perros al tiempo en el que aplica procedimientos que mejoran la calidad de vida de estos últimos.
Para dar cuenta de los resultados en la aplicación de las técnicas respetuosas, comparto una breve reseña del progreso que se ha tenido en el trabajo con un perro joven que padece de una gran sensibilidad a los ruidos, movimientos y cambios en el ambiente. No sin antes mencionar que tristemente todavía la mayoría de personas que ofrecen atención para una situación como esta, se basan en el control por medio de métodos aversivos que causan dolor o miedo a recibir un castigo físico (collares de ahorque, choque eléctrico, sustancias irritantes, etc.). En casos más afortunados la familia del perro en cuestión, pudo haber recibido una propuesta para entrenarlo en obediencia sin maltrato, aunque las condiciones emocionales no lo permitirían fácilmente.
En el mes de octubre del 2023 recibí el mensaje del tutor quien se encontraba preocupado por el comportamiento de su joven perrito, tipo labrador de 5 meses. Ofrecí hacer una visita a domicilio para observar de manera directa las dificultades que me reportaban.
La historia de "Jackson" es conmovedora, pues fue rescatado de una camada al mes y medio de nacido, debido a que la madre no lo estaba alimentando y lo mantenía aislado del resto de los hermanos. Es incierta la causa, aunque lo más probable era que ella debía elegir instintivamente entre todos sus cachorros, pues incluso ella estaba viviendo en condiciones muy difíciles, según lo informaron.
La familia adoptiva de Jackson no estimó el nivel de esfuerzos que requeriría para poder sacar adelante a su nuevo miembro dadas las carencias físicas, mentales y emocionales. Me comentaron que era su primer perro y era notorio el gran amor que tenían por él.
Cuando visité el hogar de Jackson, lo encontré muy estresado por mi presencia. Solicité a su familia resguardarlo mientras colocaba una serie de objetos diversos a manera de recrear un
ambiente enriquecido y observar su reacción frente a la serie de
estímulos visuales, táctiles, auditivos y sobre todo la exploración por medio del olfato. Otro aspecto importante a analizar es el tipo de movimientos dentro del espacio que dejan evaluar la motricidad y tono emocional del perro.
Entre los materiales que empleé para realizar mi observación se encontraban: cajas, trapos, conos de plástico, esponja de baño usada, un tenis viejos, plásticos de diferentes texturas, juguetes de niño, calcetas usadas, collares y correas de perros; todo esto impregnado de olores de otros lugares, personas y animales.
Al pedir a la familia que permitiera a Jackson ingresar al espacio de trabajo, lo noté demasiado estresado por mi presencia y mostró poco interés por los objetos. Aunque sí dedicó algunos segundos a la exploración, no dejaba de ladrarme mientras yo me encontraba a cierta distancia sentado en lo más alto de una escalera.
En cada ocasión que me miraba fijamente yo giraba mi cabeza y ocasionalmente el cuerpo para comunicarle que no era una amenaza, pero no era suficiente pues él insistía en advertirme por medio de sus ladridos que no me acercara.
Pensé que esa reacción era para defender a su familia, pues cuando ladraba avanzaba hacia mí y luego retrocedía para colocarse muy cerca de ellos; les pedí que se alejaran y me dejaran solo con él. Esto lo relajó un poco y fue cuando dedicó más de tiempo a la exploración, de los objetos aunque no dejaba de ladrarme ocasionalmente.
Previo a que se retiraran del lugar pedí me dejaran a la mano un poco de pollo cocido que les había solicitado preparar para intentar realizar algún ejercicio si las condiciones lo permitían, cosa que no parecía posible dado su estado emocional. Si bien, al arrojarle pequeños pedazos desde donde me encontraba los comía con marcada desconfianza e insistía en ladrarme, aunque los tonos eran menos amenazantes.
Los pedazos de pollo los arrojaba cada vez más cerca de mí y él se acercaba poco a poco para comer y olfatearme. Esto me animó a ir bajando escalón por escalón, pero desafortunadamente se agotó el pollo y al pedir un poco más, Jackson reaccionó dándome una ligera mordida en el momento en que su tutor se acercó para facilitarme los premios al lugar en donde trabajábamos.
Cada vez me ladraba con más furia y pedí a su tutor se alejara nuevamente y le llamara. Jackson se mantenía enfocado en mí mientras yo permanecía inmóvil mostrándole mi costado con la cabeza girada. En poco tiempo decidió obedecer al llamado de su familia y les pedí resguardarlo dentro de la vivienda para platicarles mis impresiones.
Les conté que pensaba que Jackson estaba confundido pues al inicio no era clara su comunicación que por el tipo de ladrido, expresión facial y movimientos corporales parecía emocionado por mi presencia y con ganas de jugar, pero rápidamente pasaba a un estado de intensa preocupación y enojo, sobre todo cuando algo sonaba en el ambiente o incluso con algunas palabras que les dirigía a ellos.
El haberlo observado interesado en conocerme mientras su familia se mantenía alejada, me hizo pensar que había posibilidades de realizar una segunda visita y diseñar una estrategia según la respuesta del joven perro.
En la siguiente sesión trabajamos en un espacio diferente, más cerca de la entrada a la vivienda de la familia de Jackson. Nuevamente a distancia, pedí a su tutor llamarle y ofrecerle premios comestibles (trozos de pollo cocido). Si bien, respondía al llamado nuevamente volvía a una tabla de acrílico o a la pequeña barda que le impedía subir por las escaleras para llegar a mí. Solicité a su tutor acercarse para explicarle cómo procedería el primer ejercicio. Mi plan era condicionar una conducta incompatible con la de acercarse a la tabla o barda por medio de la técnica de moldeamiento ****. Para promover una respuesta más precisa, empleé un clicker. Trabajamos en intervalos de 5 minutos y me dedicaba a contar las respuestas operantes de Jackson, mismas que se mantenían en el rango de 55 a 62 durante los tres periodos cronometrados.
Se continuó con este plan durante 15 días realizando 3 visitas semanales. La respuesta de Jackson al entrenamiento de la respuesta incompatible con la conducta de advertencia mejoraba y logramos que Jackson llegara a su tutor y se colocara detrás de él en posición de sentado; cabe mencionar esta última conducta fue emitida por el perro sin pedírselo y la reforzamos pues permitía que Jackson se enfocara por más tiempo y con mayor interés en su tutor, restando importancia cada vez más mi presencia.
Poco a poco fue posible que me acercara a la zona crítica (la tabla de acrílico y la pequeña barda) hasta que pude sentarme a unos centímetros de Jackson mientras él me olfateaba las manos y los pies en presencia de su tutor (interacción extraño-tutor).
A partir de esa sesión, decidí dejar de entrenar la respuesta debido a que Jackson mostraba un estado mental modificado: una mayor tolerancia a mi presencia. Las siguientes sesiones se enfocaron en presentarle al perro objetos de diferentes tamaños, texturas y materiales impregnadas por el olor de otros de su especie, mientras su tutor lo animaba a la exploración e interacción con lo que le llevaba. Yo me mantenía más cerca de ellos, aún detrás de la tabla y la barda, sin que reaccionara como al inicio del tratamiento; era notorio que el ladrido, expresión facial y corporal habían dejado de ser amenazantes aunque por la apertura de su hocico todavía existía cierto nivel de estrés y por ello no me animaba a entrar al espacio íntimo del perro y su tutor.
Finalmente, en la última visita del año (29 de diciembre) que realicé decidí traspasar el espacio crítico y Jackson me recibió como a un miembro de su familia apoyando sus patas en mi cuerpo, golpeándome con el hocico y ocasionalmente dándome pequeños pellizcos con los dientes como lo hacen algunos cachorros. No había intensión de lastimarme, solo que era muy intenso y me reportan que exactamente eso les hace a ellos y los lastima, pues el perro ya no es de talla pequeña. De hecho, adoptó la posición de juego pegando el pecho al piso con las patas traseras elevadas y meneando la cola con la cara relajada; su hocico ya no mostraba la apertura que indica estrés.
En aquella ocasión pude mostrar a su familia de manera más clara cómo evitar ese tipo de saludos tan efusivos e inapropiados. Estaban muy contentos por los resultados alcanzados y la siguiente meta será acompañarlo en un paseo para evaluar sus reacciones en un espacio abierto, pues no ha salido mucho a la calle por las dificultades que tiene con persona extrañas y seguramente con otros perros.
El título de esta entrada pretende concientizar a los tutores de uno o varios perros, que no necesariamente el trabajo con esta especie consiste en entrenar conductas como el "sentado", "quieto", "echado" o "junto", mismas que no resuelven de fondo situaciones complejas, que obedecen muchas veces a la falta de estimulación, hábitos y rutinas correspondientes a las verdaderas necesidades de este maravilloso animal.
Si bien, la mayor recomendación es siempre descartar un problema de salud física por parte de especialistas también conviene observar el espacio, dinámica familiar y sobre todo la calidad de las interacciones que se tienen con el perro para modificar todas las condiciones posibles en favor de su desarrollo mental, físico y emocional.
En conclusión, invito a todas las personas que busquen atención a los problemas de convivencia que se presenta con sus perros a considerar elegir con cuidado a la persona que contrataran; pregunten sobre la preparación y experiencia con la que cuenta, así como evidencia en video o fotografía de los manejos que realiza. Nunca permitir que se lleven a su perro a otro lugar y prometan devolverlo ya entrenado, pues no verían el tipo de trato o manejo sobre él y sobre todo desconfiar cuando les den un "diagnóstico" si haberlo visto e incluso una promesa del tiempo que llevara el trabajo.
Si quieres observar los progresos de este caso y otros similares te invito a visitar mi página y dar click en el menú para acceder a mis redes sociales:
*** En mi caso particular, haber escuchado los Podcast de educadoras caninas como "Pat Educadora canina" (Patricia Guerrero de España), comprar su libro y tomar sus cursos; el podcast "Pongamos que hablamos de perros" del español Jonás Thulin; los cursos de la etógologa cubana Laura Azor; el canal de entrevistas "la manada de Donny" de Edgar Serrano en YouTube; Inscribirme a la academia on Line de "Con olfato" del español Manu García; Seguir las transmisiones y cursos de "La brújula canina" del español José Miguel Castillejo y principalmente los cursos de Canidogs Center, especialmente el que imparte Anne Lill Kvam (IDTE Latinoamérica 2022-2024), cambiaron radicalmente mi manera de pensar la relación con nuestros perros y así brindar las mayores opciones para una vida digna de los que viven conmigo y los de mis clientes.
**** Para conocer un poco más sobre esta y otras técnicas, consulta el libro de Teo Mariscal: "Del instinto a la razón", disponible en la tienda de Amazon.
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